Al igual que otras construcciones emblemáticas como la Torre Eiffel de París, su construcción no se escapó a problemas y escándalos. Y es que la relación entre los dos encargados de construir el reloj, el arquitecto, Charles Barry, y el abogado y relojero, Edmund Becket Denison, fueron nefastas. Y es que ambos se excusaban acusaban uno al otro de los retrasos, de los cuantiosos gastos adicionales que superaban el presupuesto inicial, y, por supuesto, de las demoras en la puesta en marcha del reloj. Pero la ciudadanía no se quedó al margen de la quejas. Hubo los que decían que el sonido de las campanadas no era adecuada para el Imperio Británico o quienes estaban molestos porque sonaban demasiado fuerte. Las protestas en forma de cartas al director del prestigioso rotativo The Times estaban al orden del día
Finalmente y aunque Barry obtuvo el título de Sir y Denison el de Lord, para poner fin a las disputas se nombró Benjamin Hall como responsable de la reconstrucción del Parlamento. El papel del corpulento Benjamin Hall fue tan destacado que muchos historiadores aseguran que la gran campana tomó prestado parte de su nombre. Sus campanadas alcanzan los 118 decibelios que es un ruido proporcional al que emiten algunos aviones al despegar.
También destacan las dimensiones. El reloj tiene 4 esferas de 7,5 metros de diámetro y un minutero de 4,35 metros de largo.
Después de los numerosos problemas iniciales, el Big Ben se ha convertido en el símbolo de la puntualidad británica. Pocas veces a dejado de tocar. Restó en silencio durante la primera guerra mundial para esquivar los posibles ataques de los zepelines, aunque durante la segunda guerra mundial no dejó de tocar para imprimir moral a la población. Eso sí, como los fines de semana no se revisa, el lunes 2 de febrero de 2009, estuvo a punto de volverse a parar debido a las tremendas tormentas de nieve que cayeron en Londres y paralizó gran parte de la capital inglesa.
No fue esta la única vez que el tiempo jugó una mala pasada. Una de las anécdotas más sonadas es que durante un fin de año especialmente gélido se tuvo que calentar las agujas del reloj con secadores de mano para que el Big Ben pudiese marcar el fin de año puntualmente.
Eso sí, tal vez la curiosidad más destacada es la que hace referencia al nombre la torre gótico-victoriana. Big Ben no es la torre si no el nombre que recibe la campana más grande de las tres que marcan las horas. Aun hoy en día muchos ingleses desconocen esta curiosidad.
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